12.03.2007

COSAS

un libro, muñecas, un rosario, cintas y retazos de terciopelo en la cama, adornos fósiles de una cama solitaria. cabellos rizados salidos de la ducha, cursivas mentales envueltas en bufandas, un miedo repentino a caer en una vertiginosa fiebre.
mesas con manteles puntillosamente acomodados, floreros, tintas azules, correspondencia de época, diarios amarillentos, retratos, almohadones acomodados a lo largo del sillón, manteles blancos bordados extendiéndose en las mesas y estantes, ventanales abiertos.
en la esquina, una mesa redonda con un relicario iluminado por una vela.
la televisión de fondo, los pasos lentos de un vestido de flores con la espalda mojada en el pasillo oscuro y vacío de ceráminas marrones.
el frío colándose en los rincones de la casa.
un armario de ropa de hombre que jamás se volverá a usar.
la risa de la ausencia a borbotones.
la gata, el perro, pañuelos, tazas de té sin terminar, pañuelos ocupando el suelo, la abuela sentada pasando las tardes, pañuelos abollados
y uno tan perdido.

11.04.2007

despertar


pipipipí! pipipipí! canta el reloj, mientras esquiva mis manos. cuando se detiene, un nuevo día comienza. la calle, la gente, el hombre, la mujer, y todos aturdidos y revolucionados. empujada por la multitud camino hacia algún lado, me detengo, corro hacia allá, me bajo, me subo, me siento, me paro, me muero, resucito y cuando empiezo a sentir que nada tiene sentido es cuando vuelvo y regreso y corro y atropello. llego y recobro el aliento y es cuando digo estuve todo el día esperando este momento, te amo y por ese solo instante es que vale la pena ir a dormir y escuchar pipipí pipipipí.

9.09.2007

y las cárceles vuelan


Desearnos en el otro
levemente imprescindibles.
Reconstruir
(adoro esa palabra)
olores o sonidos,
nunca imágenes.
Estas son la prolongación
menos sensitiva
del cuerpo,
por lo menos del mío
Y así volver a andar
un poco más tranquilo,
hacerle pito catalán
a la muerte.

Desearnos en el otro
levemente imprescindibles.
Ensayar la sonrisa
negando la distancia,
mientras ocupamos las manos
y el amor
en la grave tarea
de cambiar la yerba
al mate.


Reynaldo Sietecase

9.08.2007

sábado



la pequeña muerte

.


No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, auque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele . Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza . Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.

(a cualquier navegante furtivo: bienvenido)